Sobre los cimientos de la discoteca San Francisco de
Pinedo, uno de aquellos locales tranquilos para parejas discretas de los
sesenta, en la Navidad de 1984, surgía lo que iba a ser todo un símbolo
del ocio con denominación de origen Valencia, para romper de forma
drástica con las fórmulas convencionales predominantes en las discotecas
urbanas. Spook Factory estaba llamada a ser una discoteca de culto, a
donde se iba en peregrinación para vivir mucho más que una experiencia
discotequera de fin de semana.
Sus propietarios fueron, Bernardino Solís, Enrique
Chornet, Toni Garrido y como gerente Félix Gabaldón, quien quedaría tan
identificado con la discoteca que aun hoy se le recuerda como Felix
Spook. Algún tiempo después se les uniría el conocido empresario Carlos
Barrientos.
Varias fueron las razones que marcarían el camino del
éxito de la discoteca. Una, porque estaba fuera de la ciudad pero a
pocos kilómetros, lo que le proporcionaba un plus de libertad, lejos de
miradas y controles inquisitorios. Barraca y Chocolate, que arrasaban
cada fin de semana ya quedaban demasiado lejos,
Otra razón poderosa que le dio el poder a Spook fueron
sus horarios absolutamente transgresores y totalmente contra corriente.
Los viernes abrían a las 12 de la noche y cerraban a las 4, pero
aprovechando los resquicios y vacíos legales en materia de horarios,
volvían a abrir a las seis, con la salida del sol y ahí ya era la
locura. Hasta 4.000 personas llegadas de todas partes se daban cita a
partir de esa hora hasta el mediodía del sábado, inventando con ello las
sesiones 'after-hours'.
La afluencia de público se multiplicó cuando, al poco de
abrir, las dos reinas de "'la Ruta Destroy', Barraca y Chocolate,
tuvieron que echar el cierre durante dos meses por denuncias del
Ayuntamiento de Sueca en cuyo término se encontraban.
Y la música. No hay que olvidar la música como elemento
clave. Nada de funcky ni de pop-rock al uso. El tecno, la música
alternativa y la vanguardia innovadora europea llenaban la pista con sus
ritmos duros y machacones, lo que unido al ambiente denso y oscuro y a
la futurista iluminación por laser para la época, hacían de Spook la
discoteca más psicodélica del momento.
Y llegado a este punto hay que hacer un alto para hablar
de la cabina, que era como un laboratorio de mezclas, sonidos y pruebas
absolutamente inéditas. El primer disc jockey fue Juanito Torpedo, un
grande reconvertido hoy en promotor artístico. Fran, Pakito Vinilo, Juan
Carlos Rufian, entre otros muchos, ocuparon la residencia de su cabina a
lo largo de los años, pero quien desde luego se ganó a pulso la
admiración y el respeto de todos los públicos fue Fran Lenaers, por su
dominio de los platos y vinilos y porque, dotado de una gran técnica
para las mezclas, fue por delante de modas y corrientes.
Detrás de la marca Spook, en sus inicios, hubo un equipo
de destacados cerebros con mucho talento en el mundo de la moda
valenciana como eran, Valentín Herráiz, Javi 'Guayquemola' y un ya
triunfante Francis Montesinos, que manejaban los hilos de la imagen y la
promoción de aquel santuario alternativo.
Y entre el equipo de relaciones públicas se encontraban,
entre otros y en distintas épocas, Clemente Martínez, Ángel Armero,
Luis Montoro, Jesús 'el Moderno', El Tigre o Álex Selfa, que hacían un
gran trabajo. Algunos de ellos continuarían en la brecha durante años.
Su fama traspasó fronteras y así no era extraño que por
Spook Factory pasaran personajes como los Simple Minds, The Comunards,
Tino Casal, Loquillo, Enrique Búmbury y sus Héroes del Silencio, Miguel
Bosé, Pedro Almodovar o Javier Bardem entre centenares de relevantes
nombres propios.
Spook Factory fue durante muchos años una válvula de
escape de adrenalina, en donde no faltaron las drogas que tanto daño
acabaron haciendo a la movida y a la 'Ruta del Bakalao', pero en la
memoria queda aquel reducto de ocio avanzado a su tiempo que todavía
provoca páginas y páginas de admiradores en blogs especializados, foros y
redes sociales.
Deu tu, en la web més facha del poble posen una foto amb una camisa de la URSS
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